Tlacotalpan, Ver. — Entre sones, zapateado y júbilo, María Elena de la Luz Ramírez, conocida como Mamá Elena, agradeció a través de un emotivo video la entrega de la Medalla Bellas Artes, máximo reconocimiento que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Desde su natal Tlacotalpan, donde este año celebrará un siglo de vida, la maestra del son jarocho se mostró agradecida por el galardón que reconoce más de nueve décadas dedicadas a la preservación y enseñanza de esta tradición veracruzana.
La ceremonia oficial tuvo lugar en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde su nieta, Nandy Luna Ramírez, recibió la medalla en su nombre. En un discurso cargado de memoria y orgullo, describió a su abuela como “más que una bailadora; una guardiana del ritmo, de los tejidos, del canto y del zapateado que nace del corazón de Tlacotalpan. Una mujer del campo, hija de la tierra y del río, que ha dedicado su vida a compartir el son jarocho con generaciones enteras”.
Durante el acto, Alejandra de la Paz Nájera, directora general del INBAL, subrayó que Mamá Elena “representa 90 años de historia viva del son jarocho en nuestro país, desde los fandangos de su infancia hasta los festivales actuales, donde su presencia sigue siendo faro y raíz para las nuevas generaciones”.
El homenaje también contó con la presencia de Haydee Boetto Bárcena, subdirectora general de Bellas Artes; Xóchitl Molina González, secretaria de Cultura de Veracruz; y Alonso Alarcón Múgica, coordinador nacional de Danza, quien condujo el evento. La investigadora de la Universidad Veracruzana, Sagrario Cruz Carretero, ofreció una lectura biográfica que retrató el impacto cultural de Ramírez en la región del Papaloapan.
Nacida el 18 de agosto de 1925, Mamá Elena se formó en el seno de una familia de soneros y bailadores. Su participación en los fandangos tradicionales en honor a la Virgen de la Candelaria desde la década de 1920 marcó el inicio de una vida consagrada a la danza y a la enseñanza del zapateado. En 1974 fue cofundadora de la Casa de la Cultura Agustín Lara, donde desempeñó un papel clave como profesora y promotora cultural.
“Mamá Elena ha hecho del zapateado una forma de abrazar la vida”, enfatizó De la Paz, quien calificó su trayectoria como un acto de resistencia y transmisión de saberes ancestrales. Su legado no sólo ha enriquecido el arte popular, sino que ha fortalecido la identidad afrodescendiente, indígena y campesina del sur de Veracruz.
Instituida en 1993, la Medalla Bellas Artes distingue a creadores y artistas cuya obra ha contribuido de manera sobresaliente al arte y la cultura nacional. En el caso de Mamá Elena, el galardón reconoce también una vida entregada a la comunidad y a la memoria viva del son jarocho, que hoy resuena con más fuerza gracias a su inquebrantable labor.
