En medio de cifras maquilladas, recortes presupuestales y decisiones cuestionables, México enfrenta una de sus crisis más profundas en lo que va del siglo. A pesar de los discursos triunfalistas desde el poder, las señales del deterioro institucional son evidentes: aumento de desapariciones, debilitamiento del sistema judicial y omisiones críticas frente a la revolución tecnológica.
Seguridad: entre la manipulación de cifras y la expansión criminal
Aunque el gobierno federal ha presumido una baja en homicidios, especialistas de México Evalúa advierten que esta aparente mejora responde más a sesgos metodológicos que a una reducción real de la violencia. En al menos 20 estados, las desapariciones han aumentado significativamente, mientras que el crimen organizado continúa expandiéndose y disputando territorios sin freno.
La situación se agrava con la reforma judicial, la cual ha permitido la postulación de perfiles sin garantías de idoneidad, algunos incluso ligados a redes criminales, según reportes del mismo centro de análisis. Casos como el de Baja California reflejan que, aunque se reportan avances, la cifra negra sigue siendo alarmante y la confianza en el sistema de justicia permanece en niveles críticos.
Economía: recortes que afectan derechos
La caída de ingresos petroleros en el primer trimestre de 2025 derivó en recortes presupuestales del 23% en el sector salud, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). Esta decisión, denuncian organizaciones civiles, expone la incapacidad del gobierno para construir un modelo económico sostenible que garantice derechos básicos.
Tecnología: la omisión silenciosa
Mientras el mundo avanza hacia la digitalización, México carece de una estrategia nacional seria en inteligencia artificial, advierte México Evalúa. No existen programas robustos de capacitación laboral ni políticas de inclusión tecnológica, lo que condena al país a un rezago estructural en innovación y competitividad.
Conclusión
La “tormenta perfecta” que atraviesa México no es producto de un solo sexenio, pero sí se ha intensificado por la centralización del poder, la fragmentación institucional y la falta de políticas públicas efectivas. Sin voluntad política ni participación ciudadana real, el rezago podría volverse estructural