Altamira, Tamaulipas, al igual que en muchas otras ciudades del país, se vive un momento de transformación urbana que pone en jaque las prácticas de planificación del siglo pasado, especialmente en lo que respecta a los puentes peatonales.
Estas estructuras, diseñadas en una era donde el automóvil era el rey indiscutible de la movilidad, se han convertido en símbolos de una segregación inadvertida que afecta a peatones, exacerbando problemas de accesibilidad y seguridad.
Desde su concepción en la mitad del siglo XX, los puentes peatonales en Altamira y alrededor del mundo se han basado en la idea de que la eficiencia del tráfico vehicular debe prevalecer sobre la movilidad peatonal.
Esta filosofía ha llevado a soluciones que, aunque en su momento se consideraron innovadoras, hoy demuestran ser problemáticas.
Al obligar a los peatones a grandes desvíos y esfuerzos adicionales, estas estructuras no solo complican la vida diaria de la población, sino que además discriminan contra aquellos con movilidad reducida, desde personas con discapacidad hasta ancianos y padres con carriolas.
Investigaciones recientes han puesto en tela de juicio la efectividad de los puentes peatonales, vinculándolos a un aumento de la inseguridad y al incentivo de conductas de riesgo por parte de los conductores.
Estos hallazgos sugieren que, lejos de proteger al peatón, los puentes pueden contribuir a crear entornos urbanos menos seguros.Ante este escenario, surge una necesidad imperante de replantear nuestra infraestructura vial, en línea con las recomendaciones de la Norma Mexicana sobre señalización y diseño vial, NOM-004 SEDATU.
Esta normativa aboga por un cambio de paradigma hacia cruces a nivel de calle, con semáforos que detengan completamente el tráfico vehicular, dando prioridad a la seguridad peatonal.Altamira se encuentra en un punto de inflexión, con la oportunidad de liderar un cambio hacia una planificación urbana más inclusiva y segura. .
Tomando ejemplo de iniciativas exitosas como las implementadas en Culiacán, Sinaloa, donde los pasos peatonales a nivel de calle han mejorado significativamente la seguridad peatonal, Altamira puede avanzar hacia un modelo de ciudad que privilegie a todos sus habitantes por igual
.La reflexión es urgente: en un momento de creciente conciencia sobre la importancia de la accesibilidad y la inclusión, Altamira y ciudades similares deben reevaluar sus prioridades urbanas.
Es esencial adoptar estrategias de movilidad que aseguren un tránsito seguro y equitativo para todos, reconociendo el valor de cada ciudadano y su derecho a moverse por la ciudad de manera segura y confortable.
La transición hacia un urbanismo que verdaderamente acoja a todos sus habitantes no solo es posible, sino necesaria para construir el futuro de nuestras