• 22 de diciembre de 2025 1:42 pm
Noticias y Acciones Relevantes desde Tamaulipas y otros lugares

¿Quién protege a quienes sostienen a México?

PorREALIDADESMX

Dic 12, 2025

Por MaryCarmen Aguilar Franco/RealidadesMx

Cada diciembre, cientos de miles de paisanos cruzan la frontera para volver a casa. Regresan cargados de regalos, maquinaria, herramientas, animales, sueños y una enorme cantidad de dinero que sostiene economías completas en los municipios más pobres del país.
Regresan —paradójicamente— a un territorio que los expulsa y que no les garantiza ni lo más elemental: llegar vivos.

Mientras el gobierno celebra cifras récord de remesas, la realidad abajo es otra: la seguridad de las y los paisanos no es una prioridad de Estado, sino un favor que se conceden entre ellos mismos. Caravanas, grupos de autoprotección, cadenas de WhatsApp y acompañamientos improvisados se han convertido en la única estrategia viable para atravesar rutas plagadas de asaltantes, retenes ilegales, gasolineras coludidas y autoridades que miran hacia otro lado.

La ausencia del Estado se vuelve evidente justo en la temporada donde más se necesita su presencia.
Los programas oficiales —como Bienvenido Paisano— operan como campañas publicitarias huecas: módulos bonitos, folletos coloridos, números de emergencia que nadie atiende cuando en la carretera un grupo armado te despoja de tus pertenencias.

Los testimonios se repiten año tras año: extorsiones disfrazadas de “revisiones”, cobros de 200 dólares por pasar retenes ilegales, sobreprecio de gasolina, amenazas directas y policías que, cuando aparecen, lo hacen para amedrentar, no para proteger.

México ha normalizado el despojo com o peaje de entrada.

Los paisanos lo saben. Por eso se organizan. Por eso viajan en grupo. Por eso documentan, graban, transmiten. Porque entendieron que el Estado mexicano no va a llegar. Que si no se cuidan ellos, no los cuida nadie.

Y aun así regresan. Regresan porque su comunidad los necesita. Porque sus familias dependen de ellos.
Porque pese al abandono institucional, siguen amando un país que no les retribuye ni un mínimo de seguridad en el camino.

El contraste es brutal: mientras el gobierno presuma remesas, debería reconocer que ese dinero llega a pesar del Estado, no gracias a él. Llega porque millones de mexicanos trabajan jornadas dobles, sobreviven en otro país y arriesgan todo para volver unas cuantas semanas. Llega porque sostienen economías rurales, mantienen comercios abiertos, levantan casas, escuelas y pequeñas industrias, sin que su propio país les asegure el trayecto.

Este año, una caravana de Luvianos logró avanzar sin retenes irregulares. ¿Por qué? Muy simple: porque iban acompañados de organizaciones civiles, observadores y cámaras. No por una estrategia oficial, sino por la visibilidad.
Cuando los reflectores desaparecen, los retenes regresan.

El Estado mexicano no ha entendido el mensaje: la seguridad no puede depender del miedo ni de la autoprotección.
La protección de paisanos no es un gesto de cortesía, es una obligación constitucional.

Hoy, las carreteras del país siguen siendo territorios de nadie, donde la ley se diluye y la vida vale menos que una camioneta. Los paisanos se desplazan con miedo, pero también con dignidad. Lo mínimo que merecen es un país capaz de garantizarles el regreso.

Hasta que eso no ocurra, cada caravana será un recordatorio incómodo:
México celebra sus remesas, pero abandona a quienes las generan.