Ciudad de México, enero de 2025 – Más de 215 mil personas en México y el mundo han alzado la voz contra el megaproyecto Saguaro, impulsado por la empresa Mexico Pacific, que planea construir un megagasoducto y una planta de licuefacción en el Golfo de California, poniendo en riesgo la biodiversidad de esta zona declarada Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO.
El megaproyecto transportaría gas desde la frontera de Texas con Chihuahua hasta la costa de Sonora, desde donde sería exportado en gigantescos buques metaneros rumbo a Asia. Sin embargo, especialistas y ambientalistas advierten que esta actividad amenazaría el ecosistema marino y la economía de miles de familias que dependen del turismo y la pesca en la región.
Un mar sin gigantes de acero
El Golfo de California, conocido como el «Acuario del Mundo», alberga el 39% de los mamíferos marinos del planeta, entre ellos ballenas azules, jorobadas, grises y de aleta. La ausencia de grandes embarcaciones ha permitido que estas especies prosperen. Sin embargo, el tránsito de buques de 300 metros de largo, con rutas de exportación de gas, podría provocar colisiones fatales y generar un ruido submarino que las alejaría de su hábitat natural.
Ballena-Fest: una protesta pacífica
En respuesta, organizaciones ambientales han impulsado la campaña «¿Ballenas o gas?», que incluye actividades educativas y un Ballena-Fest en el Zócalo de la Ciudad de México. Niñas, niños y jóvenes han expresado su apoyo con dibujos y mensajes dirigidos a la presidenta Claudia Sheinbaum, instándola a rechazar el proyecto y priorizar la protección del medio ambiente.
Impacto ambiental y climático
Más allá del daño al ecosistema marino, el proyecto Saguaro contribuiría al cambio climático con emisiones equivalentes a las de Suecia y Portugal combinados. Ambientalistas confían en que la presidenta, con su formación científica, mantenga un compromiso firme con el medio ambiente y tome una decisión en favor de la biodiversidad del país.
El dilema nacional: ¿Ballenas o gas?
El futuro del Golfo de California pende de una decisión: mantenerlo como un santuario de vida y fuente de sustento para miles de familias, o transformarlo en una ruta industrial al servicio del gas extranjero. Más de 215 mil voces ya han elegido las ballenas. ¿Hará lo mismo el gobierno?
