Ciudad de México, 2 de septiembre de 2025. — Con tres horas de retraso —porque la puntualidad nunca ha sido virtud judicial— Hugo Aguilar Ortiz asumió la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), estrenando una era que promete austeridad, cercanía con el pueblo y, por supuesto, la eliminación de los lujos que hicieron tan cómoda la jubilación de algunos ministros.
En un acto que rompió la tradición de distancia entre poderes, la presidenta Claudia Sheinbaum se dejó ver en la ceremonia, lo que muchos interpretaron como un gesto histórico… o como un recordatorio de quién realmente lleva la batuta.
Aguilar, como orador único, anunció que ningún integrante del Poder Judicial ganará más que la presidenta. Los ministros retirados que recibían hasta 385 mil pesos mensuales deberán ahora ajustarse el cinturón y aprender lo que significa vivir con menos de medio millón. Todo un sacrificio patriótico.
El nuevo ministro presidente también prometió eliminar seguros de gastos médicos mayores, jubilaciones anticipadas y demás “excesos”, para afiliar a sus colegas al ISSSTE. “La justicia para todos comienza con el IMSS… perdón, ISSSTE”, habría dicho algún funcionario con nostalgia por los hospitales privados.
Eso sí, Aguilar juró que la austeridad no significará precariedad, sino eficiencia: cada peso se invertirá en digitalizar procesos y capacitar personal. En resumen: menos cafés gourmet en la Corte, más expedientes electrónicos que quizá sí funcionen.
Con un discurso de justicia “pluricultural, humanista y con perspectiva de género”, Aguilar aseguró que los pueblos indígenas y afrodescendientes tendrán ahora un lugar central. Habrá que ver si ese lugar está en la mesa de decisiones o en el discurso de inauguración.
Finalmente, el ministro presidente selló la jornada con una frase de tono épico: “La Constitución será nuestra espada y nuestro escudo”. Una declaración que sonó a caballería medieval, pero que no resolvió la pregunta clave: ¿hasta dónde llega la independencia de la Corte cuando la presidenta se sienta en primera fila a aplaudir?
Lo único cierto es que la SCJN inicia una etapa inédita: menos privilegios, más simbolismos y una austeridad que algunos aplauden… siempre que no les toque a ellos.
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