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¿Estamos dispuestos a admitir que el mundo no está haciendo nada real por evitar el colapso climático?

PorREALIDADESMX

Nov 17, 2025


Por RealidadesMx
Mientras los gobiernos afinan discursos para la COP30, la pregunta incómoda sigue flotando como smog sobre una ciudad sin árboles: ¿qué tanto estamos maquillando la falta de acción real? Porque los números, tercos como siempre, cuentan una historia muy distinta a la narrativa oficial.
Greenpeace ha puesto el dedo en la llaga al recordar que el G20, responsable del 80% de las emisiones globales, está ofreciendo objetivos para 2035 que apenas recortan entre 23% y 29% sus emisiones, cuando la ciencia exige un 60%. Es el tipo de brecha que no se explica por falta de información, sino por exceso de complacencia. Y lo más alarmante es que este déficit de ambición aparece justo cuando el planeta cruza umbrales históricos de calor y los eventos extremos dejan de ser excepción para convertirse en la banda sonora del presente.
COP30 debería ser el punto de inflexión, el momento en que los países aceptan que sus compromisos no solo son insuficientes, sino incompatibles con un futuro habitable. Greenpeace propone un Plan de Respuesta Global que, lejos de ser radical, es simplemente lo que dicta la evidencia: reconocer el rezago colectivo, acordar que las emisiones globales deben alcanzar su pico en 2025 y caer en picada hasta 2035, fortalecer los NDC con planes creíbles para eliminar los combustibles fósiles, y establecer mecanismos permanentes para monitorear y acelerar la acción climática.
Nada de esto es extravagante. Lo escandaloso es que aún no sea la norma.
Porque si algo ha quedado claro es que sin financiamiento climático real, especialmente hacia los países más vulnerables, cualquier promesa queda en papel mojado. Los países desarrollados no pueden seguir pidiendo ambición mientras escatiman apoyo. Y las grandes corporaciones fósiles no pueden continuar acumulando ganancias récord sin aportar lo que corresponde bajo un principio básico de justicia: quien contamina paga.
Greenpeace también plantea un Mecanismo de Acción de Belém para garantizar una transición justa, para que ninguna comunidad quede atrapada en el abandono mientras se desmonta la era fósil. Es un recordatorio necesario: la crisis climática no es solo un problema ambiental, es un problema social, económico y ético.
La verdadera disyuntiva para COP30 no es técnica, es moral.
El mundo ya sabe qué hacer y tiene los recursos para hacerlo.
Lo que falta es una decisión colectiva que esté a la altura de la emergencia.
Entonces, volvamos a la pregunta inicial:
¿Seguiremos pretendiendo que estamos actuando, o finalmente haremos lo que la ciencia, la justicia y el sentido común exigen?