A propósito de la celebración en México del Día de la Libertad de Expresión
El sábado 7 de junio, integrantes de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género sostuvieron un conversatorio virtual titulado “Aquelarre: Derechos Humanos en Mesoamérica. El papel de las mujeres periodistas”, donde se abordaron las duras realidades que enfrentan las comunicadoras de la región, muchas de las cuales defienden el derecho a saber incluso a costa de su propia vida.
En una Mesoamérica atravesada por desigualdades históricas, conflictos armados, violencia estructural y políticas extractivas, las mujeres periodistas desempeñan un papel crucial en la defensa de los derechos humanos. No solo informan: documentan violaciones, exigen justicia, amplifican voces silenciadas y construyen memoria colectiva, todo ello en contextos profundamente hostiles, marcados por la violencia patriarcal, la censura y la represión estatal.
El encuentro vía Zoom reunió a periodistas de ocho países, incluida México, donde paradójicamente se “celebra” en esa fecha el Día de la Libertad de Expresión.
Durante el «Aquelarre», se puso en evidencia lo que algunas llamaron la feminización de la violencia contra periodistas: un patrón sistemático, silencioso y devastador. Pamela Alfaro, de El Salvador, denunció que más allá de los ataques físicos o legales, se ha configurado una violencia dirigida específicamente contra mujeres periodistas, que busca no solo silenciar su labor, sino también destruir su integridad emocional, familiar y personal.
Desde Guatemala, Silvia Trujillo abordó la criminalización de periodistas y defensores de derechos humanos en un país donde, según explicó, el poder político está cooptado por redes ilícitas político-económicas. Aunque el Ejecutivo sostiene un discurso de derechos humanos, el Legislativo y, especialmente, el Judicial están infiltrados por el crimen organizado, lo que favorece la impunidad y la persecución. Trujillo señaló que estas redes operan desde dentro del Estado, desplegando estrategias sistemáticas para silenciar las voces críticas.
Por su parte, Maryórit Guevara intervino desde España. “Ojalá nadie tuviera que salir de su país. Es muy doloroso. Nunca te sentís en tu tierra, aun con mejores condiciones”, dijo al referirse a la situación de Nicaragua. Denunció la instauración de una dictadura que ha desmantelado el Estado de Derecho y persigue de forma sistemática a periodistas, defensores de derechos humanos, feministas, la Iglesia católica y cualquier voz disidente. Subrayó que el periodismo es el último bastión de resistencia democrática en su país, y llamó a la solidaridad internacional con quienes ejercen desde el exilio. Recomendó, como medida preventiva, mantener siempre los documentos actualizados ante posibles salidas forzadas.
Desde México, la periodista Rosa María Rodríguez Quintanilla hizo un recuento conmovedor sobre las múltiples violencias que enfrentan las mujeres periodistas, marcadas por el machismo, la impunidad, la criminalización y la ausencia de políticas efectivas de protección. Enfatizó que quienes cubren temas de género o movimientos feministas enfrentan mayores riesgos. Aunque existen mecanismos institucionales, las agresiones aumentan y la autocensura, el desplazamiento y el exilio se han vuelto estrategias de supervivencia.
De acuerdo a los datos compartidos, las Cifras son alarmantes. Según la cartografía de agresiones de CIMAC, de 2019 a la fecha se han registrado 1,408 agresiones contra mujeres periodistas. De estas: 802 fueron contra reporteras,
278 contra directoras, 89 contra columnistas, 77 contra conductoras, 67 contra fotorreporteras. Además, 22 mujeres periodistas han sido asesinadas desde 2005, en hechos presuntamente vinculados con su labor informativa, de acuerdo con la UNESCO y otras organizaciones de libertad de expresión.
El periodo más violento para el gremio femenino fue durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), conocido como la «guerra contra el narco», con 48 periodistas asesinados, ocho de ellos mujeres.
Señaló que el 98% de los crímenes contra periodistas en México no se resuelven, y que las agresiones provienen tanto de autoridades como del crimen organizado y de actores particulares. Ejercer el periodismo siendo mujer, afirmó, implica enfrentar violencias sistemáticas y estructurales. Aun así, destacó que la resistencia viene de las propias periodistas organizadas, y que la cooperación internacional es clave para construir un entorno más seguro y justo.
Considerando por ello que, Frente a la ineficacia institucional, las redes de mujeres periodistas han asumido la defensa colectiva de sus derechos. Organizaciones como la Red Nacional de Periodistas de México y CIMAC juegan un papel crucial en la documentación, visibilizarían y acompañamiento de víctimas.
La moderación estuvo a cargo de Alicia Oliver, desde Madrid, quien aportó comentarios puntuales que contextualizaron las intervenciones, subrayando la violencia que se vive en cada país.