El mensaje debe ser claro: la fiesta nacional no puede estar por encima de la justicia social.
El anuncio del Gobierno de Michoacán de contratar a Christian Nodal como artista estelar en el concierto del 15 de septiembre, en el marco del Grito de Independencia en Morelia, ha desatado indignación. No se trata solo de una elección musical: es un mensaje político y cultural cargado de contradicciones.
Cuando la fiesta se convierte en simulacro
La Red de Colectivas Feministas Michoacán (RedCoFem) lo ha dicho con claridad: este nombramiento normaliza la violencia patriarcal. Nodal ha sido señalado públicamente por conductas de control y violencia contra la cantante argentina Cazzu, madre de su hija Inti. Su testimonio reciente muestra cómo, incluso con visibilidad mediática y recursos económicos, las mujeres siguen enfrentando la violencia de género y la manipulación legal que permite a los hombres controlar la crianza.
Michoacán: cifras de horror, mensajes de impunidad
El contexto agrava la indignación. Michoacán ocupa los primeros lugares en violencia contra mujeres, infancias y adolescentes, así como en incumplimiento de pensión alimenticia. Que el propio gobierno destine dinero público para ensalzar a un hombre señalado por ejercer violencia, mientras miles de mujeres luchan contra la indiferencia institucional, es una bofetada al dolor cotidiano.
El Grito debería recordar la lucha por justicia y libertad, no reforzar la impunidad patriarcal. Colocar en ese escenario a alguien acusado de replicar la cultura del abandono paterno es una afrenta a la memoria de mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y Gertrudis Bocanegra, quienes dieron la vida por un país más justo.
El dinero público no debe financiar la violencia
Más allá del debate artístico, está el fondo: ¿qué valores decide exaltar el gobierno con recursos públicos? La contratación de Nodal envía un mensaje devastador: que la violencia contra las mujeres puede minimizarse e incluso celebrarse en los espacios más emblemáticos.
Michoacán merece artistas que representen respeto, integridad y compromiso con la justicia social, no figuras que alimentan la narrativa de la impunidad patriarcal.
Opinión crítica
La polémica no es anecdótica. Es un recordatorio de que cada decisión cultural es también una decisión política. El Grito de Independencia no puede convertirse en escaparate de contradicciones: mientras se llenan plazas con música, se vacían instituciones de responsabilidad frente a la violencia machista.
Decir “no a Nodal en el Grito” no es un capricho moralista, es un acto de resistencia. Porque en un país donde ser mujer sigue siendo un riesgo, la violencia no se festeja.
Llamado a la acción
La ciudadanía tiene derecho a exigir coherencia y rendición de cuentas. Si el gobierno estatal insiste en destinar recursos públicos a artistas cuestionados por violencia, nos corresponde alzar la voz, reclamar transparencia en el uso del dinero y demandar políticas culturales que honren la memoria de quienes lucharon por libertad e igualdad.