Por Lidia Bonilla | RealidadesMx
El director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, volvió a exhibir el rostro más rancio del poder cultural mexicano: el machismo que se disfraza de mérito literario. En una conferencia con la presidenta Claudia Sheinbaum, el funcionario descalificó la poesía escrita por mujeres, calificándola de “horrible” y cuestionando la distribución de obras “solo por ser mujeres”.
“¿Por qué hay que castigar a la gente con un libro de poesía escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo?”, dijo Taibo II, frente a una presidenta que solo alcanzó a sonreír incómoda. En ese gesto —mínimo pero elocuente— se resume la condescendencia institucional ante una agresión simbólica: el silencio frente al desprecio.
El machismo no es opinión: es política de Estado
Las palabras de Taibo no son una simple ocurrencia. Revelan un patrón: la persistencia de una visión patriarcal dentro de las instituciones culturales, donde la “calidad” se mide con criterios masculinos y donde la paridad de género se presenta como amenaza al canon.
La nueva colección que el FCE distribuirá en 14 países latinoamericanos incluye 27 autores, de los cuales solo seis son mujeres. No es casualidad: es reflejo de una estructura que sigue considerando a la literatura escrita por mujeres como un apéndice, no como una voz imprescindible del continente.
La respuesta: un mitin poético “Anti-Machos”
Frente a la misoginia, la respuesta llegó desde la poesía. Escritoras y activistas convocaron a un mitin frente a las instalaciones del FCE —y simultáneamente en Torreón, Coahuila— para leer versos de resistencia y exigir sanciones contra Taibo II.
La poeta Nadja Milena Muñoz, una de las convocantes, recordó que “escuchar, leer y difundir a las mujeres no es sectarismo: es reparar una deuda histórica”. En sus redes, escribió un poema dirigido al director del FCE:
“Sostener un sistema que no nos ve,
nos quita tiempo para escribir, para existir
y sólo somos resistencia.”
El mitin, bautizado “Anti-Machos”, es más que una protesta. Es un acto de dignidad cultural: la reivindicación del derecho de las mujeres a ocupar el espacio público y literario sin pedir permiso, sin pedir perdón.
Cultura oficial, misoginia oficiosa
Taibo II no es un escritor menor ni un funcionario improvisado; precisamente por eso su misoginia es más grave. Cuando el responsable de dirigir una de las editoriales más importantes del Estado mexicano desprecia abiertamente la escritura femenina, legitima una estructura excluyente y violenta.
El Fondo de Cultura Económica —fundado para democratizar el acceso a la lectura— se convierte así en un espejo del poder que lo sostiene: un poder que distribuye libros, pero también silencios.
Mientras el gobierno presume millones de ejemplares repartidos por América Latina, omite algo más profundo: la exclusión de las voces que incomodan al patriarcado cultural.
La poesía responde
La respuesta de las escritoras no solo es política: es estética, ética y colectiva. En lugar de comunicados institucionales, eligen la palabra poética como arma y refugio. Frente a la violencia simbólica del poder, erigen una contraofensiva desde la ternura, la rabia y la memoria.
El mitin “Anti-Machos” será un recordatorio de que las escritoras no necesitan que el Estado las legitime; lo que necesitan es que deje de menospreciarlas.
La literatura no necesita defensores del canon masculino. Necesita instituciones capaces de reconocer que la equidad no empobrece la cultura: la enriquece.

 
 