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Voces que Rompen el Silencio: El Desgarrador Grito de Justicia de Mujeres Periodistas en San Lázaro

PorREALIDADESMX

Oct 23, 2025

​Entre la Rabia y el Ruego, Periodistas y Defensoras Enfrentan al Estado Mexicano por el 98% de Impunidad en Agresiones a la Prensa

por Lidia Rita Bonilla Delgado

Ciudad de México. — El frío Mezzanini sur del Palacio Legislativo de San Lázaro, la «casa del pueblo», se calentó con la rabia contenida y la dignidad inquebrantable de mujeres que han convertido el dolor en exigencia. En el foro “Justicia para las mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos”, la impunidad dejó de ser una cifra lejana (el 98% de los ataques a la prensa), para convertirse en el rostro de cada mujer, de cada periodista, de cada activista que tomó el micrófono.

​El encuentro, organizado por CIMAC y la Cámara de Diputados, se convirtió en una caja de resonancia de las heridas abiertas que deja la violencia en México. Lucía Lagunes Huerta, directora de CIMAC, marcó el tono al inicio, subrayando la paradoja: pese a contar con una fiscalía especializada desde hace más de una década, la justicia sigue siendo una promesa incumplida.

📌 Las Cicatrices del Desplazamiento y la Dignidad Indígena

​“Es fundamental escuchar de viva voz los retos que enfrentamos. Hoy necesitamos más que nunca a la Suprema Corte para construir puentes y garantizar justicia”, urgió Lagunes, señalando el corazón del poder legislativo.

​El recinto legislativo se llenó de silencios incómodos ante los testimonios, cada uno un dardo contra la omisión estatal:

  • Marcela de Jesús Natividad, periodista indígena de Guerrero, tomó la palabra con una mezcla de pausas y furia audible. Atacada a balazos en 2017, su voz, pronunciada en lengua ñomndaa, fue un estremecedor reproche a un sistema que la ha mantenido desplazada por más de ocho años. “Nadie ha sido castigado. Nos usan, nos invisibilizan. No hay víctimas de primera ni de segunda”, clamó, pidiendo al Congreso que detenga la discriminación que viven las mujeres indígenas dentro del propio mecanismo de protección.
  • Mirna Gómez Vázquez pintó un cuadro del despojo que sigue al ataque. Desplazada y hostigada, describió las violencias múltiples que sufren sus colegas, desde el acoso digital hasta el uso de sus propios hijos como arma de intimidación. «Perdemos vivienda, empleo y redes de apoyo. La justicia llega tarde, si llega”, advirtió Mirna, instando a que el Estado deje de ser meramente reactivo y ofrezca una reparación integral. La

💔 La Justicia Tarde y la Lucha por el Territorio

​Las defensoras de derechos humanos entrelazaron la impunidad periodística con la violencia estructural que enfrentan los pueblos:

  • Ruth Fierro Pineda (CEDEHM) trajo la lucha de la comunidad rarámuri de Coloradas de la Virgen, en Chihuahua. Explicó cómo, a pesar de ganar un amparo para regresar a su tierra ancestral, la falta de voluntad estatal mantiene el desplazamiento. Para Fierro, esta omisión es una violencia institucional que se suma a la agresión.
  • Jessica Sánchez Maya (Consorcio Oaxaca) marcando su presencia desde lejos, a través de la pantalla, recordó el feminicidio de la fotoperiodista María del Sol Cruz Jarquín en 2018. Su voz transmitió el peso de la espera de su madre, Soledad Jarquín: “Siete años después, el caso sigue impune… La justicia tardía no solo revictimiza, también mata la esperanza”, lamentó, aludiendo a la corrupción y la dilación que agrava el dolor de las víctimas.

🤝 El Llamado a la Corresponsabilidad

Al final, el foro dejó un aire de esperanza cautelosa. Desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Cristina Solano Díaz reconoció la «deuda institucional» y se comprometió a actualizar el protocolo para juzgar con perspectiva de género, incluyendo criterios específicos para el sectori.

​No obstante, el cierre fue un llamado a la acción inmediata. La representante de la ONU en México, Maia Cambell recordó que la justicia «no es un acto de caridad, sino una obligación del Estado».

​Finalmente, la diputada Laura Hernández García, promotora del encuentro, lanzó un desafío a los legisladores: “Si no hay presupuesto ni voluntad política, no hay justicia. Los protocolos deben dejar de ser pisapapeles y volverse vinculantes”.

​Con la certeza de que el silencio no es una opción, Lucía Lagunes concluyó con la reflexión que unía a todas las presentes: «Después de casi dos décadas, el diagnóstico no cambia. Pero seguimos aquí, hablando, denunciando, resistiendo.»