Por Lidia Bonilla | RealidadesMx
Ciudad Madero, Tamps. | 29 de julio de 2025 — Un árbol fue podado. Podría parecer un hecho menor, rutinario, incluso banal. Pero cuando esa poda ocurre después de más de 55 años, cuando el tronco ha dañado la losa de una vivienda habitada por una mujer ciega y sin apoyo familiar, y cuando la acción municipal ocurre solo tras una petición directa al alcalde, deja de ser una anécdota y se convierte en síntoma: síntoma del abandono, de la falta de planeación y del desmantelamiento silencioso de los servicios públicos preventivos.
Ana Ruiz García vive desde hace más de medio siglo en la colonia Nacozari. Con voz serena pero resignada, cuenta que su esposo estuvo enfermo durante años, que después perdió la vista y que el árbol —al que nadie quiso tocar— fue creciendo hasta apoyarse en el techo. Solo cuando la estructura comenzó a ceder y el peligro se hizo evidente, acudieron los bomberos. No por un protocolo, sino por una petición ciudadana directa al presidente municipal, Erasmo González Robledo.
El cuerpo de bomberos respondió con prontitud, sí. Pero lo que quedó expuesto fue más que un árbol. Según el personal que acudió al domicilio, hay más de 60 solicitudes similares de poda de árboles que no han sido atendidas desde enero, muchas de ellas por falta de equipo, otras por la presencia de cables de alta tensión. Mientras tanto, las familias esperan. Algunas, como doña Ana, con miedo y sin ayuda.
La poda no fue parte de una campaña de mantenimiento urbano, ni de una estrategia para mitigar riesgos estructurales. Fue una reacción —tardía y mediática— que responde a una lógica de emergencia, no de prevención. Y eso es lo preocupante.
Las redes sociales funcionan como ventanilla informal para atender lo que debería resolverse desde una agenda pública: árboles demasiado altos, ramas enredadas en el tendido eléctrico, raíces que levantan banquetas. Problemas que crecen, literalmente, a la vista de todos, pero que solo se atienden cuando el colapso es inminente o cuando hay exposición pública de por medio.
El caso de doña Ana es también el retrato de miles de adultos mayores en Tamaulipas que habitan viviendas deterioradas, sin redes de apoyo ni acceso eficaz a servicios básicos. En un estado donde la infraestructura urbana envejece más rápido que las políticas públicas que la sostienen, cada rama no podada es una responsabilidad pospuesta.
Ciudad Madero no necesita solo motosierras y escaleras. Necesita voluntad política, capacidad de respuesta y, sobre todo, una mirada humana que no dependa de la exposición mediática para actuar. Porque mientras el gobierno responde con parches, la ciudad crece sin rumbo… y sus árboles también.
