• 5 de junio de 2025 1:36 am
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🗣️EN ALTAMIRA, FUE VOTO ASISTIDO

PorREALIDADESMX

Jun 3, 2025

Adultos mayores votaron sin entender el proceso, mientras simpatizantes de Morena entregaban acordeones y entraban a la casilla para orientar y dictar los números del voto. Nadie del INE ni del IETAM intervino. Estuve ahí, vi todo.

Lidia Rita Bonilla Delgado

“Les decían qué números poner a cada elector”: lo que vi en la casilla 042 de Altamira

El domingo fui a votar a la casilla 042, en Altamira, Tamaulipas. Lo que presencié me dejó preocupada. Votaron alrededor de 260 personas, la mayoría eran adultos mayores que, con toda honestidad, no sabían por qué ni por quién estaban votando.

Muchos estaban confundidos porque les dieron 10 boletas: seis federales y cuatro locales. Cada boleta pedía que marcaran números que correspondían a los candidatos, pero los nombres estaban tan pequeños y los colores tan mal elegidos que era difícil distinguirlos. Vi a más de una persona acercarse a los funcionarios preguntando qué hacer. Algunos simplemente no entendían nada de lo que tenían que marcar y eran «asesorados» por almas caritativas que asechaban en la entrada del lugar para auxiliarlas ante su desconocimiento u olvido de las indicaciones previas a su turno para votar.

Muchos llegaron con su pedacito de papel (un cuarto de hoja tamaño carta impresa por ambos lados) conocidos ya como acordeones guardados discretamente, papeles donde venían anotados los números que debían poner en cada color. Pero lo más grave fue ver cómo un grupo de simpatizantes, la mayoría mujeres, de Morena se apostaron afuera del domicilio donde estaba la casilla, bajo la sombra de un árbol de moringa y una carpa que pusieron para resguardarse del sol, desde donde vigilaban quién llegaba. Literalmente contaban “a su gente” y les entregaban el acordeón si no lo llevaban. Incluso, entraban a la casilla a decirles qué número poner y en qué orden. Al principio durante las primeras horas lo hacían con cierto disimulo; después, les valió una pura y dos con sal, ya que parecía que eran parte del proceso.

Las y los funcionarios de casilla, contaban con las tres virtudes, ciegos, sordos y mudos, salvo para prohibirme grabar, solo se dedicaban a verificaban que la o el ciudadano estuviera en el cuadernillo de la lista nominal, cantaban el nombre, marcaban el dedo y la credencial del INE y le entregaban los dos paquetes de boletas. Nadie intervino para frenar la intromisión. Tampoco lo hicieron las representantes del INE, ni la capacitadora ni la supervisora que llegaron a estar presentes. Permitieron que todo ocurriera frente a ellos sin decir nada.

Cada boleta pedía que marcaran números que correspondían a las y los aspirantes a ocupar los cargos que están en juego; pero los nombres y números de los pretensos son tan pequeños y los colores tan mal elegidos que era difícil distinguirlos. Vi a más de una persona acercarse a los funcionarios preguntando qué hacer. Algunos simplemente no entendían nada de lo que tenían que marcar.
Incluso yo, difícilmente alcanzaba a distinguir los números de algunas de las boletas, en especial la color naranja, con el celular tuve que ampliar la imagen para distinguirlos. De casualidad mientras me perdia en las instrucciones de las boletas, note que un vecino de mampara, conocido ex regidor y maestro, que traía «su acordeoncito» con las indicaciones, y por no dejar, pedí me prestará el acordeón. No quiso, dijo que tenía que regresarlo a la salida, pero me envió la imagen por ambos lados a través del WhatsApp.

Caray, afloro la frustración, me quedé con una sensación amarga. He sido consejera electoral en cuatro ocasiones, he fungido en dos procesos como observadora. Lo de este domingo 1 de junio no fue una elección libre para todos. Muchos votaron sin entender lo que hacían, y otros fueron guiados para votar por quienes les indicaban. No sé si esto pasaba en otras casillas, pero aquí lo vi, lo viví. Y si este tipo de prácticas se normalizan, entonces tenemos que empezar a preguntarnos seriamente qué tan auténtica es nuestra democracia.